Al superar las 420 partes por millón de CO₂ en la atmósfera hemos cruzado un umbral sin precedentes para nuestra especie, forzando a nuestra biología a operar en un entorno químico para el que no está diseñada. Este experimento planetario ya está mostrando sus efectos, y el precio podría ser nuestra propia agudeza mental.

Cuando pensamos en el dióxido de carbono (CO₂), la primera imagen que suele venir a la mente es el calentamiento global. Lo hemos asimilado como el principal responsable del cambio climático, un gas que atrapa el calor y altera la temperatura del planeta. Sin embargo, un análisis crítico publicado en la revista Environmental Science Advances por un equipo de científicos liderado por el químico italiano Ugo Bardi , nos obliga a ampliar la mirada y a considerar el CO

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