El mensaje de la “autocrítica” de Javier Milei , limitado y expuesto en la noche de la derrota electoral, parece un capítulo rápidamente agotado para el oficialismo. No es original pero sí visible el giro, fuerte y a la vez contradictorio. El Gobierno decidió radicalizar su discurso, como si fuera señal de fortaleza : amplió la construcción del enemigo, sumando empresarios y medios periodísticos a la política en general. Y a contramano de su eje de campaña -jugada a nacionalizar y polarizar- , empezó a ensayar una línea de desnacionalización de los comicios bonaerenses. Todo, junto a una imprecisa convocatoria a los gobernadores , que vuelve a nacionalizar el tema, al menos por sus efectos. Y que aumenta el foco sobre el posible veto a leyes que mostraron una inusitada conflue
El Gobierno se cierra, radicaliza el discurso y ahora intenta desnacionalizar el impacto de la derrota bonaerense

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