Terreno de conjeturas y de encuestas de victimización, la cifra negra encuentra en los reportes a la línea de emergencias 9-1-1 su imprevisible conversión: conocer de ella es un insumo para validar la alineación virtuosa, con enorme esfuerzo ciudadano e institucional, entre el decremento de la incidencia delictiva y la mejora en la percepción de seguridad.

En el más alto contraste con lo sucedido en casos negativamente tan emblemáticos como Sinaloa, y en consonancia con los siete años de la estrategia iniciada por Claudia Sheinbaum, ahora profundizada en la capital nacional, también la cifra negra confirma tendencias positivas.

Esa cifra misteriosa es atisbable mediante análisis de llamadas al 9-1-1 en la medida en la que muchos reportes de incidencias o tentativas nunca llegan al minist

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