Apenas hace algo más de un año que Santa Clara ( un bar-restaurante que está situado en la céntrica plaza que tiene su mismo nombre y que para muchos sigue siendo el mítico Rufino ) abrió sus puertas, pero Curro González no llegó por casualidad a este céntrico local de Mérida . Llevaba un tiempo dedicándose a la hostelería y después de echar el cierre a su anterior negocio, una casa de comidas que regentaba en México con su mujer, Cristina , decidió hacer las maletas y volver a su ciudad natal. Curro es ahora el alma y la vida del establecimiento, un todoterreno que hace de camarero y cocinero , ya que lleva solo el negocio, para ofrecer a su fiel clientela variedad de pinchos gratis con cada consumición ( carne en salsa, solomillo, lengua al limón, pestorejo, arroces… ). Los

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