Necoclí (Colombia), 10 sep (EFE).- Elio Mora contenía la respiración en el tribunal de inmigración de Atlanta y solo la soltó cuando escuchó a la jueza renovarle por un año su permiso de residencia. El alivio duró lo que tardó el ascensor en bajar: al salir, lo esposaron agentes del ICE.

«Duré cuatro días en las instalaciones del ICE, durmiendo en el piso. De allí me pasaron a la cárcel, me quitaron mi ropa y me dieron un uniforme de presidiario», cuenta el venezolano de unos 45 años.

Mora, que pidió usar un nombre ficticio por miedo a represalias, pasó cinco semanas preso en Estados Unidos hasta que en agosto lo deportaron a México. Allí retomó un camino ya conocido, esta vez en sentido contrario para volver a casa.

Como él, al menos 14.000 migrantes, principalmente venezolanos, según

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