La Historia se repite, pero nunca del mismo modo. Este martes, unos vecinos de Washington D.C. imprecaron a Donald Trump al grito de “Eres el Hitler de nuestro tiempo”. Les aplaudo hasta con las orejas. Trump no es exactamente igual a Hitler, por supuesto. Pero en la misma frase de los vecinos del D.C. está la clave: “de nuestro tiempo”
Me ha irritado mucho en los últimos lustros la docilidad con que la izquierda socialdemócrata adoptaba los eufemismos para maquillar iniquidades inventados por esos laboratorios derechistas de Estados Unidos que denunció George Lakoff en No pienses en un elefante. Lo de llamar “flexibilización laboral” a los despidos masivos, “alivio fiscal” a la reducción de impuestos a los ricos o “daños colaterales” a los civiles asesinados en operaciones policiales o militares. Detesto este tipo de muletillas maquillantes, me gusta llamar al pan, pan, y al vino, vino.
Así que me he congratulado al ver a Pedro Sánchez armarse de valor -hay que tenerlo para osar dirigirse así a Israel y sus poderosos amigos- y llamar genocidio a lo que ocurre en Gaza. Yo mismo no empleé esa palabra concreta en mi primer artículo en elDiario.es sobre la reacción israelí a los atentados terroristas de octubre de 2023. Hablé de brutalidad, de desproporción, de crímenes de guerra y hasta de crímenes contra la humanidad, pero aún no de genocidio. Tenía algunas dudas.
Pero la brutalidad se prolongó en el tiempo y en el espacio, convirtiéndose en una obscena campaña para destruir Gaza por completo, matar a decenas de miles de sus habitantes civiles, incluidos sus niños, y propiciar la expulsión del territorio de dos millones de palestinos. Tan obscena que Trump y Netanyahu no ocultan su intención de convertir la patria milenaria de los filisteos en una nueva Riviera.
Hace ya mucho que la palabra genocidio es absolutamente pertinente para calificar la matanza de Gaza. Citando a autores judíos especializados en el Holocausto, Neus Tomàs lo contó ayer en este periódico. Lo contó claro como el agua. Genocidio es el asesinato sistemático de personas con el fin de destruir parcial o totalmente a una comunidad. El que haya habido anteriormente otros -el exterminio de armenios, el Holocausto judío, la barbarie de Pol Pot, la carnicería en Ruanda o la matanza de Srebrenica- no impide que pueda calificarse así a lo que sufre el pueblo palestino. Y no debería impedir que sus autores reciban la condena y el castigo por parte de la humanidad civilizada.
El alcalde Almeida, que no tiene demasiadas luces, dijo este lunes que lo de Gaza no es un genocidio, que genocidio es lo que sufrieron los judíos en tiempos de Hitler. Es una necedad tan grande como decir que el asesinato del pequeño Gabriel Cruz no fue un asesinato, que asesinato fue lo que hizo el malvado José Bretón con sus dos hijos. Sí, Almeida, hay infanticidios que ocurren en Córdoba y otros que se producen en Rodalquilar y, tristemente, en demasiados otros lugares.
Como no es contradictorio decir que el pueblo judío padeció un exterminio horroroso bajo el Tercer Reich y que el Gobierno actual de Israel les está aplicando a los palestinos una especie de Solución Final. Es esto, que las víctimas de ayer sean los verdugos de hoy, lo que estremece a especialistas judíos como los citados el artículo de Tomàs. Y a muchos otros, entre los que me encuentro.
El Gobierno de Israel ha tachado al español de antisemita por llamar a las cosas por su nombre. Menudo topicazo mal traído. Da pereza tener que repetir que, si en este asunto, hay alguien antisemita es, precisamente, el Gobierno de Netanyahu. Por traicionar la memoria de las víctimas del Holocausto, por ensuciar lo muchísimo de ejemplar de la tradición moral y cultural judía, por alimentar potencialmente con sus bestialidades un resurgir del antisemitismo.
La Historia se repite, pero nunca del mismo modo. Este martes, unos vecinos de Washington D.C. imprecaron a Donald Trump al grito de “Eres el Hitler de nuestro tiempo”. Les aplaudo hasta con las orejas. Trump no es exactamente igual a Hitler, por supuesto. No lleva bigotito, es más gordo, no viste ropajes paramilitares, no tiene la labia y la gestualidad hipnóticas del Führer y aún no ha invadido Polonia, pero en la misma frase de los vecinos del DC está la clave: “de nuestro tiempo”.
El fascismo ha vuelto con fuerza a Occidente y, como no es tonto, lo ha hecho con los elementos de nuestro tiempo. Trajes civiles en vez de uniformes y correajes. Palabrería sobre la libertad para justificar el autoritarismo y la desigualdad de toda la vida. Uso habilísimo de las nuevas tecnologías (aunque de esto ya era Goebbels un maestro en sus tiempos). Sustitución del rancio antisemitismo del affaire Dreyfus por la ahora más popular islamofobia. Un puñado de cambios cosméticos para mantener su función esencial: que el penúltimo en llegar se enfrente con el último y asegurar así que los poderosos sigan viviendo en paz.
Doy la bienvenida a la socialdemocracia que va liberándose de los eufemismos. Lo de Gaza es un genocidio. Hay un puñado de jueces españoles que hacen política derechista. El fiscal general va a ir a juicio sin que haya pruebas en su contra. El PP y Vox dicen lo mismo, y, a este ritmo, hay que pensar en la posibilidad de que Abascal sobrepase a Feijóo en las próximas elecciones, como Hitler sobrepasó a Von Papen en 1933. Y sí, tiene razón Felix Bolaños al decir en el Congreso que Cayetana Alvarez de Toledo es una embustera. ¿Acaso esta señora no dijo en su momento que los atentados del 11M eran obra de ETA?