En la selva más espesa del Guaviare, entre el silencio húmedo y el rugir de la vida salvaje, Robinson Flórez se convirtió en un símbolo de esperanza. Este soldado profesional, conocido como el Chamán, fue pieza clave en la recordada Operación Esperanza, la misión que permitió rescatar a los cuatro niños indígenas Mucutuy, quienes sobrevivieron al accidente aéreo que conmovió al mundo.

Pero detrás del uniforme y de los distintivos de paracaidista y lancero, hay un hombre que decidió enfrentar la guerra sin un fusil en las manos. Su única arma es un botiquín de combate y la convicción inquebrantable de salvar vidas en los lugares donde la muerte acecha cada segundo.

Flórez, de 37 años y oriundo de Belén de Umbría (Risaralda), tiene más de 17 años de servicio en las Fuerzas Especiales. Su v

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