Fue el arquitecto alemán Mies van der Rohe el que dejó dicho que «menos es más». El último director de la Bauhaus anticipó la evolución natural del Movimiento Moderno que, con el tiempo, desembocaría en el Brutalismo. Si lo piensas bien, una cosa lleva a la otra. Empiezas cogiéndole el gusto al minimalismo, prescindiendo de lo accesorio, haciendo que la forma siga a la función, y cuando te quieres dar cuenta levantas una mole de hormigón monda y lironda, cuya presunta belleza radica en su funcionalidad. Mies van der Rohe dio las primeras pistas, pero sería Le Corbusier el padre inspirador de aquellos arquitectos brutalistas que se dejaron de zarandajas y levantaron escuelas, viviendas y universidades más feas que Picio, pero tremendamente funcionales. El caso es que la primera sesión de co
Le Corbusier en el Congreso

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