El cielo amaneció encapotado en San Lucas Ocotepec el miércoles 10 de septiembre, como si acompañara la pena de una comunidad que despertó con la tarea más dolorosa: despedir a Liliana García Cristóbal, una joven de 26 años que perdió la vida dos días antes en el choque entre un tren y un autobús de la empresa Herradura de Plata. Diez personas murieron y 57 resultaron heridas en aquel percance.

Desde temprano, las calles polvorientas del pueblo comenzaron a llenarse de vecinos. A las 9:30 de la mañana, en el panteón local, trabajadores alistaban el sitio donde descansaría Liliana. Mientras cavaban y colocaban la lápida, la familia ofrecía comida y refrescos a quienes colaboraban. Era un gesto de gratitud, pero también de comunidad: nadie estaba solo en el duelo.

El último adiós

En la ca

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