Frases de oro

Por Jorge Arturo Orozco Sanmiguel

Vivimos en un tiempo donde el espacio individual se ha vuelto casi imposible. Rara vez alguien se detiene a pensar por sí mismo: esperamos siempre que otras y otros nos digan qué pensar, qué sentir, incluso qué indignaciones adoptar. Basta con observar la vida cotidiana. En un trabajo, un solo comentario malintencionado puede envenenar el ambiente entero; lo sabe cualquiera que haya padecido a los llamados “trabajadores destructivos”.

En una amistad de años de cercanía, pueden romperse de un día para otro, solo porque alguien decidió manipular con su discurso, fenómeno que denominamos como “argüendes”. La palabra es tan poderosa que a veces olvidamos que no solo construye realidades: también las derrumba.

He repetido en más de una ocasión

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