Las cuencas de los ríos Curucupatzeo, Tacámbaro y Carácuaro, ubicadas en la región central de Michoacán formando parte de la cuenca del Río Balsas, son un espacio vital para la biodiversidad, la agricultura y el bienestar de numerosas comunidades. Sin embargo, en las últimas décadas, estas cuencas ha enfrentado múltiples retos derivados de impactos antropogénicos y fenómenos climáticos extremos: deforestación, degradación de suelos, contaminación hídrica, pérdida de biodiversidad, inundaciones y sequías recurrentes.
En este contexto, es fundamental desarrollar una estrategia de recuperación de daños y sostenibilidad resiliente que permita restaurar la salud ecológica de las cuencas y fortalecer la capacidad de adaptación de las personas que dependen de estos ríos.
El primer paso para una