Doscientas diez personas comiendo al mismo tiempo. Esa es la capacidad máxima de El Imparcial, que abrió sus puertas en 1860 y que, de todos los restoranes que funcionan en Buenos Aires , es el más antiguo . Es difícil que estén todas las sillas de todas las mesas ocupadas: no siempre hay cuatro personas en una mesa para esa cantidad de gente. Pero en las “horas pico” de El Imparcial, que nunca está tan lleno como los domingos al mediodía, puede haber entre 160 y 170 comensales esperando alguna especialidad española como la cazuela de pulpo o el puchero de gallina, o tomando el café de la sobremesa. Y alguien tiene que ocuparse de toda esa gente.

José Arredondo llegó a El Imparcial de la mano de un cuñado. Como el fundador de este restorán al que José le dirá “casa” todas las v

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