Más ligera, pero con una precisión letal. Estos son los dos pilares sobre los que el Pentágono está construyendo su próxima generación de armamento antibúnker, un proyectil diseñado para alcanzar y destruir los objetivos más inaccesibles del planeta. Las especificaciones del nuevo artefacto, conocido como «Next Generation Penetrator» (NGP), exigen que su peso no supere los 10.000 kilogramos y que sea capaz de impactar a menos de 2,2 metros de su blanco en el 90 % de los lanzamientos, creando así un arma de precisión quirúrgica incluso en entornos sin cobertura GPS.

De hecho, este salto tecnológico busca dejar atrás a su predecesora, la GBU-57 o «Massive Ordnance Penetrator» (MOP), la actual bomba antibúnker del arsenal norteamericano. Un coloso de más de 13.600 kilogramos transportado

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