Pasan de las nueve de la noche, hora anunciada, pero todavía hay filas en los ingresos a las plateas. Veinte minutos después suena “Libertango” , aunque nadie parece prestar demasiada atención. Piazzolla, sin duda una gentileza hacia el público argentino, primerea a Iggy Pop en esta nueva visita, a nueve años de la última.
Ahora sí, se apagan las luces, se encienden los celulares, los músicos toman sus instrumentos y ahí está la iguana, a sus increíbles 78 pirulos. El sobreviviente de la santa trinidad del punk y glam rock , y por supuesto, el más salvaje. Bowie y Lou Reed lo secundan desde sus satélites del amor.
Incorruptible, a caballo de ninguna gira despedida ni muchos menos, y por supuesto en cuero, como cuando se revolcaba por el suelo con los Stooges, Iggy le pone el cu