En el sudoeste bonaerense todavía existen pueblos donde el tiempo parece haberse detenido: calles de tierra bordeadas de árboles, casas bajas con arquitectura original y una vida cotidiana marcada por la calma rural. En estos lugares, el silencio se interrumpe apenas con el canto de los pájaros o el saludo de algún vecino.

Son destinos que escapan al turismo tradicional y se destacan por su sencillez encantadora. Con tradiciones transmitidas de generación en generación, gastronomía casera y un entorno natural que invita a recorrerlo sin apuro, estas pequeñas localidades se transforman en refugios ideales para quienes buscan desconectar del ritmo urbano.

Bellocq es un destino que combina turismo rural, historia ferroviaria y gastronomía criolla. Sus calles de tierra, la iglesia c

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