La evolución humana estuvo marcada por transformaciones anatómicas profundas, pero pocas resultaron tan decisivas como la que permitió a nuestros ancestros caminar erguidos.

Un estudio publicado en la revista Nature a mitad de semana sugiere que nuestros primeros antepasados se volvieron bípedos a medida que los genes antiguos comenzaban a realizar nuevas funciones.

EL HUESO ILÍACO

Los científicos reconocen desde hace tiempo que una característica clave para caminar erguido es el hueso ilíaco. Es el hueso más grande de la pelvis; al apoyar la mano en la cadera, se palpa el ilíaco.

Tanto el íleon izquierdo como el derecho están fusionados a la base de la columna vertebral. Cada íleon rodea la cintura hasta la parte frontal del abdomen, creando una forma de cuenco. Muchos de los músculos

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