La suya no ha sido una vida fácil. Y sigue sin serlo. Guillermo Arias (1973) cumplirá años dentro de un mes y los próximos días serán para él otro recordatorio más de que debe luchar por demostrar lo que asegura que sucedió aquel 19 de octubre de 1992: el accidente laboral que sufrió en la fábrica que tiene Pinturas Lepanto en Binéfar (Huesca). El aragonés tenía entonces 19 años y, para alcanzar unos materiales que estaban en el altillo, se subió a una carretilla elevadora de la que se resbaló. Cayó de una gran altura, se dio un golpe en la cabeza y perdió el conocimiento «durante horas». A partir de entonces, su vida cambió.

«Me desperté en el hospital de Barbastro. Estaba lleno de sangre y desnudo», rememora en una llamada telefónica. Su siguiente recuerdo es que una persona entró e

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