Adoptar una mascota es una de las decisiones más importantes que podemos tomar en la vida. Cuando hay un niño en casa, antes de analizar qué mascotas son las más adecuadas para ellos, debemos considerar distintos criterios. En primer lugar, cuando los niños son menores de tres años, por la seguridad de ambos, no deben quedarse a solas con el animal. La supervisión constante por parte de un adulto es absolutamente fundamental. Por otro lado, teniendo en cuenta que los padres son los que van a tener que encargarse de sus cuidados, conviene valorar el tiempo disponible y el estilo de vida.

Para los más pequeños, el hecho de tener una mascota puede enseñarles valores muy importantes para la vida , como la empatía, el respeto y el cuidado hacia los animales. Diversos estudios han demostrado que interactuar con un perro o con un gato favorece el aprendizaje y el lenguaje. Además, pueden asumir tareas sencillas en lo que respecta a su cuidado, como darles de comer.

Las mejores mascotas para un niño

Los perros suelen ser la primera opción en muchas familias, pero no todas las razas son recomendables para niños. Es fundamental escoger razas con un temperamento tranquilo, como el Bichón Maltés o el Golden Retriever. Sin embargo, el Chihuahua, es muy enérgico y nervioso, y reacciona rápidamente ante cualquier estímulo, como movimientos bruscos o ruidos.

Los gatos son otra buena opción, siempre que se elijan razas sociables y adaptadas a la vida con niños, como el Ragdoll o el British Shorthair. Raras veces requieren paseos y su cuidado suele ser más sencillo que el de los perros. Con ellos, los más pequeños aprenden valores como la empatía o la compasión. La relación con los gatos «ejerce como estabilizador de la conducta infantil, contribuye a fomentar la alegría y a eliminar la tristeza así como a disminuir los miedos que son normales en la infancia».

Los conejos enanos son animales dóciles que pueden convertirse en los mejores compañeros para los niños. Con ellos, los niños pueden aprender rutinas como darles de comer o cepillarlos, siempre con la supervisión de un adulto. Ahora bien, es esencial enseñar al niño a tratarlos con delicadeza.

Las cobayas son muy sociables y menos delicados que los conejos, así que se consideran unas de las mejores mascotas cuando hay un niño en casa. Les gusta emitir sonidos y responder a la interacción, lo que genera un vínculo divertido y cercano con los niños. Se alimentan principalmente de heno, verduras frescas y agua.

Los hámsteres pueden ser una opción interesante, aunque no siempre son los más recomendables para niños tan pequeños, ya que son animales muy delicados y de hábitos nocturnos.

Consejos para una buena convivencia

  • Un error muy frecuente en las familias es pensar que los niños, por ser pequeños, no comprenden el concepto de respeto hacia los animales. Sin embargo, desde los tres años, pueden entender que un perro, un gato o un conejo no son juguetes; hay que explicarles que no se les puede empujar, coger o tirar del pelo.
  • A los tres años, los niños pueden empezar a involucrarse en pequeñas tareas con supervisión adulta. Algunas tareas adecuadas son: colocar el agua en el cuenco, ayudar a cepillar, acompañar en el paseo Además, deben existir límites claros. Por ejemplo, si la mascota está comiendo o descansando en su cama, no se le tiene que molestar.
  • Uno de los aprendizajes más importantes que puede obtener un niño a partir de los tres años es que los animales son un miembro más de la familia. Para reforzar esta idea, conviene integrar al animal en las celebraciones familiares y los planes de ocio. Por supuesto, si en algún momento el animal necesita descansar o tiene miedo, hay que proteger ese espacio.

Cuando se siguen estas pautas, los más pequeños desarollan empatía, responsabilidad, habilidades sociales y capacidad de cuidado. Además, se benefician emocionalmente de la compañía y la seguridad que aporta el animal.

Beneficios

«Según el estudio de la Fundación Affinity sobre el vínculo entre los animales y las personas, los primeros conceptos que asocia la mayoría de los niños cuando les preguntan por la relación con su perro o gato son: «cuidar», «alimentar» y «jugar». Estos son los valores de responsabilidad que los animales de compañía transmiten a los pequeños», recoge Fundación Affinity.

Y añade: «Además, según el estudio anteriormente mencionado, para el 46% de los niños el animal es percibido como la principal fuente de apoyo emocional después de los padres. Los lazos afectivos con el animal de compañía ayudan a superar la sensación de miedo o tristeza, ya que el niño recurre de forma habitual a su perro o gato para abrazarle y encontrar alivio en estas situaciones. Este comportamiento se repite cuando al niño se le presenta un problema, ya que busca a su animal de compañía como fuente de consuelo en la misma medida que a sus padres».