La historia reciente de Renault ha estado marcada por apuestas arriesgadas. Una de las más sonadas fue confiar en Alpine como el estandarte deportivo del grupo. La idea de unir tradición y competición parecía brillante, pero el resultado ha quedado lejos de lo esperado. La mala racha en la Fórmula 1 y la escasa identificación del cliente con esta marca han hecho que la estrategia se tambalee.
El recuerdo de Renault Sport sigue muy vivo. Durante años, las siglas RS fueron sinónimo de coches radicales, accesibles y emocionantes. Modelos como el Clio RS o el Mégane RS construyeron una legión de seguidores en Europa. Su desaparición dejó un vacío que Alpine no supo llenar. De repente, Renault pasó de tener una división deportiva clara a depender de un sello con poca conexión c