Conducir siempre implica estar preparado para lo inesperado. Una llanta ponchada, una falla eléctrica o un motor que se apaga de forma repentina son incidentes frecuentes que todo automovilista teme. Sin embargo, pocas situaciones generan tanto peligro como un pedal del acelerador que se queda atascado.
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Cuando esto ocurre, el vehículo continúa ganando velocidad sin que el conductor lo desee.
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Los segundos se vuelven decisivos, y la reacción inmediata puede determinar si se logra controlar el auto o si se produce un accidente grave. Por ello, entender qué hacer en este escenario y cómo prevenirlo es un conocimiento que salva vidas.
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