El señor Gregorio García, padre de Irma García, entiende que ser el cuidador de sus siete nietos –ahora huérfanos– es bastante complicado en un país en crisis.

El nativo de Santo Domingo, Pedernales, apenas vivía de su trabajo en la pequeña localidad del extremo norte de Delta Amacuro.

El único motivo que lo condujo a la ciudad capital, fue el desenlace fatal de una de sus hijas. Tenía que despedirse de Irma, o al menos, de su cuerpo.

La vida del abuelo de 68 años de edad, tuvo un giro inesperado, ahora tiene que velar por el cuidado de los pequeños, quienes han perdido el acobijo de su mamá, asesinada por personas hasta ahora sin identificar oficialmente.

El adulto apenas se levanta de ese dolor único en la vida, y puede ver a su lado, a su esposa Angelita Mota y sus siete nietos, a q

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