Por: Carlos Tovar

En la cima del cerro El Calvario, erguida como un centinela espiritual que custodia la ciudad, se encuentra la Ermita de la Piedad. Este emblemático santuario, próximo a conmemorar 119 años de historia, es mucho más que una estructura religiosa; es un símbolo de devoción, resiliencia y un mirador privilegiado que ha sido testigo silencioso del devenir de Valencia.

Su origen se remonta a 1905, cuando el presbítero Luis Gonzaga Cortina, visionando un espacio para la reflexión y el rezo, impulsó la construcción de este recinto en lo que era originalmente una gruta natural. La obra, financiada por las contribuciones de los feligreses locales tal como lo atestigua una placa en su interior, se ejecutó con notable celeridad, iniciando en abril y culminando en diciembre del mis

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