Durante décadas, el nombre de Bill Gates se ha vinculado a la innovación tecnológica y al crecimiento imparable de Microsoft. Aunque hoy se lo reconoce también por su filantropía y su influencia intelectual, pocos conocen el lado menos brillante de su juventud: la tendencia a postergar responsabilidades hasta el último instante.
Un método que, en sus palabras, estuvo a punto de sabotear sus planeados logros y que transformó radicalmente para alcanzar la eficacia que lo catapultaría a la cima.
El mal hábito que Bill Gates aprendió a corregir para tener éxito
Gates ha narrado en distintas ocasiones cómo marcó su ritmo de estudio en los años de Harvard y cómo la procrastinación se convirtió en una constante. Según explicó en el libro Camino al futuro, durante su primer año universita