Durante días hemos visto un vano esfuerzo por aislar las protestas de la competición. La historia muestra que crear compartimentos estancos es un imposible, y conviene entender cómo se entremezclan para buscar respuestas
La simbiosis entre deporte y política es tan antigua como, pongamos por ejemplo, aquel día en que un boxeador rebautizado Muhammad Ali se negó a acudir a la guerra de Vietnam en 1967, con las durísimas consecuencias que asumió: fue privado de licencia deportiva, y el que era por entonces el mejor peso pesado del mundo no volvió a pelear hasta tres años después. “Hemos estado en prisión por 400 años. No voy a viajar al otro lado del mundo para ayudar a asesinar y quemar a una nación pobre simplemente para continuar la dominación de los amos blancos sobre esclavos de piel o