Es una realidad que duele reconocer: cada año, durante las Fiestas Patrias, muchas familias en Chile deben enfrentar el luto en lugar de la alegría.
Las estadísticas nos aseguran que, inevitablemente, un número importante de compatriotas no volverá a sus hogares luego de estas celebraciones.
Mientras la mayoría disfruta entre fondas, asados y cuecas, otros recordarán con nostalgia la última empanada compartida, el último brindis con los amigos, o aquella conversación alegre que se transformó, sin saberlo, en una despedida. El recuerdo de quienes partieron bruscamente en años anteriores se hace presente, y ese dolor nos debe invitar a reflexionar.
Celebrar es bueno y necesario, pero debe hacerse con responsabilidad. No basta con escuchar los llamados de las autoridades a cuidarse: cada u