El viento patagónico suele llevar consigo historias. Algunas se pierden en la inmensidad, otras quedan grabadas como un tatuaje en la piel de quienes crecieron junto al mar . Para José Luis Orlando, Camarones no es solo el lugar donde nació: es el escenario de una vida entera moldeada por la bravura del Atlántico Sur. Cada palabra suya suena impregnada de sal, de memoria y de orgullo.

Su primer encuentro con el buceo, allá por 2009, fue un punto de quiebre. De la mano de Alejandro Balado, amigo e instructor, descubrió que el mar escondía un universo aún más fascinante bajo la superficie. Habla de aquella primera inmersión como quien recuerda un primer amor, con la ansiedad de lo desconocido, el silencio transformador y la certeza de haber encontrado un lugar al que siempre querría

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