Nuestro mundo y nosotros mismos estamos siendo quebrantados por la ambición egoísta. Si bien podría señalar fácilmente ejemplos de personas a mi alrededor, seré el primero en admitir que mi propia vida y mis relaciones también han sido ampliamente dañadas por ella: fue la causa de muchas de mis peores decisiones, los momentos que más lamento.
Cuando era joven, pensé que había comprendido el propósito de la vida. Me medía a mí mismo por mis logros. En la clase, los deportes y la popularidad, me definía por las posiciones que ocupaba y el prestigio que poseía. Estaba viviendo una vida en pos de la ambición egoísta.
[Estamos en WhatsApp. Empieza a seguirnos ahora ]
No fue hasta que me convertí en cristiano que la luz de Cristo me liberó de esta búsqueda vacía.
Reciba GRATIS nuestras úl