El 24 de agosto, un cayuco de veinte metros de eslora —el más grande que ha llegado nunca a Gran Canaria — apareció a la deriva al sur de la Isla con 248 supervivientes a bordo . Lo que al principio era solo otro rescate en la ruta atlántica se ha revelado como una tragedia cargada de violencia . Al menos 50 personas fueron tiradas por la borda durante la travesía. Engullidas por el océano, víctimas no solo del hambre, la sed y el agotamiento, sino de la violencia de quienes gobernaban la embarcación . Entre los rescatados viajaba también un bebé , símbolo de la desesperación y del riesgo que asumieron familias enteras. Según la investigación policial, los testigos hablan de palizas, torturas y de compañeros lanzados vivos al agua.
Los migrantes, trasladados al muelle de