Presume el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de una «mayoría social» que legitima decisiones políticas tan pueriles como la extensión de las lenguas regionales al mundo de unas grandes empresas con vocación globalista, al tiempo que, forzado por la aritmética de los hechos, se vanagloria de que su minoría parlamentaria no afecta a la estabilidad del Ejecutivo, afirmación que presupone la adhesión entusiasta de la opinión pública española al ejercicio de malabarismo dialéctico del equipo ministerial de opinión sincronizada. Como viene siendo habitual, confunde el inquilino de La Moncloa sus deseos con la realidad, y donde, al parecer, él ve un respaldo popular general a sus políticas anti sionistas, como la suspensión de la Vuelta Ciclista por imposición de unos grupos violentos, no a

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