Si hubiera que equiparar en una frase los problemas de Machu Picchu y los de la minería ilegal, esta podría ser la que titula esta columna. En el caso del oro, este convoca una minería que podemos llamar multitudinaria y popular (al menos cuando empiezan a extraer), que está sembrando la economía de nuevos millonarios.
En el caso de Machu Picchu, lo que despierta la avidez de las turbas es sobre todo la formidable taquilla del monumento. También los negocios colaterales, como el transporte de los turistas. La resistencia a que los boletos de acceso sean vendidos en línea es elocuente. La aparente informalidad es una verdadera corrupción.
Multitudes y economía delictiva vienen actuando juntas desde hace buen tiempo. Una de las columnas vertebrales de la droga en el VRAEM es la presencia d