SWANNANOA, Carolina del Norte, EE.UU. (AP) — Cuando Natalie Briggs, de 12 años, visitó las ruinas de su casa después del huracán Helene, tuvo que cruzar sobre una delgada viga de madera para llegar a lo que antes fue su dormitorio.
Había nudos de cables eléctricos dentro de la estructura de su casa. Meses después de la tormenta, la luz se filtraba a través de espacios entre las lonas que cubrían las ventanas. “Lo único en lo que podía pensar era: ‘Esta no es mi casa’”, dijo Natalie, quien se quedó un tiempo en el sótano de sus abuelos.
En la escuela, Natalie a veces tuvo ataques de pánico al pensar en su hogar en ruinas en Swannanoa.
“Hubo algunos momentos en los que no quería que la gente me hablara sobre la casa —o simplemente, que no hablaran conmigo para nada”, agregó Natalie.
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