Luis Enrique es un entrenador peculiar, que ha dejado huella allá por donde ha pasado. En Roma nada más llegar se enfrentó directamente al ídolo local, Francesco Totti; en Vigo se inventó un andamio para dirigir los entrenamientos; en La Roja puso a los jugadores un walkie talkie; y ahora en el PSG se sube directamente al palco a ver los partidos como si fuese un aficionado más. El asturiano no deja indiferente a nadie. Y esas ocurrencias que tiene, ese carácter, es lo que le ha llevado a convertirse en uno de los entrenadores mejor valorados en el mercado.
El asturiano sorprendió a todos el pasado fin de semana cuando las cámaras le pillaron viendo el partido del PSG ante el Lens desde uno de los palcos del Parque de los Príncipes. No estaba expulsado pero Luis Enrique optó por no sentar