En un parque de La Habana, a plena luz del día, un joven camina errático, arrastrando los pies con la mirada perdida, como un zombi. Es el efecto de " el químico ", la droga sintética que ha encendido las alarmas en la isla.

En un país acostumbrado a bajos niveles de drogadicción, el consumo de este cannabinoide sintético altamente adictivo, más barato y potente que la marihuana, se ha extendido en los últimos años en la capital e incluso en provincia.

Hasta hace tres meses, Josué Ángel Espinosa, de 21 años, estaba totalmente enganchado por esta droga.

"No me podía comer un plato de comida sin consumir" y "no podía dormir". Tenía que fumar hasta 15 cigarrillos aderezados con "el químico" para poder conciliar el sueño, dice este joven a la AFP.

Es uno de los cinco cubanos que están

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