En Washington, en la conferencia “El comercio en la era de la geoeconomía” presenté una advertencia que debería ser tenida en cuenta en Argentina: el comercio mundial está entrando en una nueva etapa, más política y más conflictiva. Y América Latina no puede ser un simple espectador.
Durante décadas la globalización fue un fenómeno económico, abrir mercados, reducir aranceles, aprovechar ventajas comparativas. Esa ola sacó de la pobreza a millones de personas y fortaleció a una clase media global. Pero también dejó cicatrices. Industrias enteras que desaparecieron en Occidente y empleos que dejaron de existir. A eso se sumó la automatización, que contribuyó más a destruir trabajos que al comercio en sí.
Hoy estamos en otra fase, la cual llamo la “nueva globalización”. Más lenta, más frag