Despreciados el barro y los charcos del fútbol de élite, nos queda el Newcastle y la conmovedora celebración de un fuera de banda a favor como viñeta de otros tiempos. El equipo inglés, que, oh sorpresa, juega todavía con un puñado de jugadores ingleses y hasta su entrenador lo es, no ha querido dejarse llevar por influencias extranjeras (propietarios saudíes al margen) y practica un juego que de tan anglosajón parece parte de un anexo del Brexit. El encanto de su fútbol, si no eres ellos, es de todas maneras pasajero; a la media hora del partido va perdiendo la gracia y se agradece no tener que soportar este tipo de fútbol en casa. Desde estas líneas, sin embargo, celebramos los sabotajes en contra de cualquier forma de homogeneización. Los contrastes sirven para valorar más lo que se t
Que marque el inglés, por Joan Josep Pallàs

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