En cada ladrido, en cada salto y en cada mirada de un perro rescatista late una promesa: la vida puede ser encontrada incluso entre los escombros.

Esa es la misión que mueve a la Unidad de Búsqueda y Rescate Canino, un grupo que nació de la solidaridad en 2017 y que desde entonces ha trabajado en silencio, preparándose para el momento en que alguien necesite ser salvado.

Su historia se entrelaza con la memoria colectiva de México. Tras los terremotos, quedó claro que hacía falta estar más organizados, más listos, más unidos. De esa necesidad nació esta unidad, integrada por hombres, mujeres y perros que no buscan fama ni reconocimiento, sino simplemente tender la mano en medio de la tragedia.

Entre ellos está Benbo, un labrador enérgico y noble que entrena cada día sin saber que, en rea

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