A las 7:19 de la mañana del de 1985, Cuauhtémoc Abarca se encontraba en el jardín que separaba su edificio, el Yucatán, del coloso de concreto que entonces era el Nuevo León, en la Unidad Habitacional Tlatelolco . Mientras calentaba para su entrenamiento rumbo al segundo Maratón de la Ciudad de México, la tierra empezó a temblar.

No hubo simulacros ni alerta sísmica que advirtiera lo que venía, sólo el estruendo del edificio de 15 pisos al desplomarse . “Me tocó estar envuelto en la nube de polvo que se generó, en el momento de silencio que le siguió y que fue interrumpido por los gritos de los sobrevivientes”, recuerda Abarca, en entrevista con .

En ese entonces, Cuauhtémoc tenía 31 años y ese amanecer de 1985 le cambió la vida por completo: pasó de ser médico y administrador vecin

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