El vasto territorio del fútbol argentino se expande de sur a norte. En un extremo reinó César Luis Menotti en los ‘70. En el otro, Carlos Salvador Bilardo en los ‘80. En el latifundio que hay en el medio busca respetuosamente su lugar Lionel Scaloni, modesto hasta en la extensión del nombre y, si bien menos ruidoso, tan grande como las leyendas que lo antecedieron. La historia agiganta, pero este glorioso presente de la Selección, da derechos.

Menotti y Bilardo eran dos personalidades potentes que crearon universos a su imagen y semejanza. No podían ser más distintos. Las diferencias abarcaban todos los planos, desde el futbolístico hasta el cultural o el político. También en su forma de comunicar: Menotti seducía y Bilardo insistía, pero cada uno a su manera, convencían.

Una guerra

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