El terremoto que asoló la capital de México hace hoy cuarenta años tuvo una magnitud de 8,1 en la escala de Richter, dejó unos 40.000 muertos, tumbó 800 edificios y dañó casi mil. Son números grises, sin alma, comparados con historias como la del niño Gustavo, muerto bajó los escombros.

“No recuerdo su apellido, solo que era moreno, mexicano típico, y travieso. Estábamos en el mismo salón en primero de Secundaria; a veces jugábamos a las escondidas en el sótano de su edificio, el Nuevo León. Luego llegó el miedo y muchos vecinos emigramos”, aseguró este viernes a EFE el doctor Hegel Cortés.

De niño, Cortés vivía a unos metros del Nuevo León, en la zona de Tlatelolco, un complejo de tres módulos, de los cuales dos colapsaron durante el sismo con un saldo de unos 500 muertos, entre ellos e

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