Cuando Dagmar Hájková, historiadora de la Academia de Ciencias checa, tuvo en sus manos este viernes por la mañana –con guantes y extrema sutileza– las hojas del sobre que legó Tomáš Garrigue Masaryk, fundador de Checoslovaquia , hace casi nueve décadas, poco sabía qué se podía encontrar. En el Palacio de Lány le tocó ser la primera en contacto con las que –se pensaba– eran las últimas palabras de Masaryk. Se esperaba un legado político. Desde el pasado, sin embargo, llegaron polémicas reflexiones sobre la sociedad de su país y también una advertencia sobre los alemanes , en pleno crecimiento del nazismo: "Ellos deberían quedarse con nosotros, aunque roban más que los checos".
Se acabó el misterio, o al menos una parte del misterio. En medio de una ceremonia de estado, se abrió en Lán