Sólo quienes iban detrás de la camioneta pudieron ver con precisión las supuestas placa de la moto desde donde los sicarios atacaron a Julio Martín Suárez Gómez, de 37 años. Él conducía una Nissan Xtrail gris, placa DUN-751, en pleno retorno a casa durante la pausa del mediodía. Era la 1:00 p. m., hora en la que el atafago confunde a cualquiera.

Los dos criminales sabían que en moto tenían la ventaja: nadie podría darles alcance en ese río de vehículos que cruzaba de norte a sur, en un sector congestionado por colegios, bancos, librerías, farmacias, restaurantes y hasta una clínica a pocos metros.

Un poco antes de llegar a la calle 45, alcanzaron a Suárez Gómez -hijo de un reconocido empresario de la capital santandereana-, a quien, según se especula, habrían seguido durante varias cuadr

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