Puebla, Puebla - Astrid, cuando tenía 11 años, se sentía excluida del mundo que la rodeaba. Entre las que padecía, como asma, bronquitis y apendicitis, además de un ambiente familiar poco favorable, se sentía sola. A ello se sumaron situaciones de acoso sexual.

Empezó a fumar y a consumir bebidas alcohólicas hasta que tocó fondo y se dio cuenta de que tenía que cambiar.

“No tenía la manera de hablar, la libertad, la confianza de hablar con nadie. Y ya estaba así en para mí en el fondo del pozo. Solo quería morir , estaba tomando, estaba fumando, intentaba con vida sentimental, sentirme llena con amistades en la escuela, en la calle, pero no lo lograba. O sea, parecía que tenía momentos de alegría, pero no eran. En realidad, al final del día pues era llorar, era llorar y era llorar”

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