A la tercera no siempre va la vencida. A veces, hay que intentarlo más veces, hasta diez, para lograr el resultado deseado. Que se lo digan a SpaceX, la compañía aeroespacial de Elon Musk, que tras mucho ensayo y error consiguió a finales de agosto, en el décimo vuelo de prueba , que el cohete Starship amerizara en el objetivo en el océano Índico.
Supuso un gran hito para la compañía del magnate sudafricano, también nacionalizado canadiense y estadounidense, y antigua mano derecha de Donald Trump, por una simple razón: muchos problemas. A tres vuelos fallidos de prueba muy decepcionantes hay que sumar la explosión en tierra que destruyó la nave que los ingenieros llevaban preparando originalmente para el lanzamiento.
Si bien el Starship no llegó a la Luna, ni mucho menos a Marte,