“No tengo nada que decir, nada importante hay en mi vida. En los cuadros está el mundo de mi infancia, que no fue muy alegre.”
Esa es una de las pocas frases que se conocen de la pintora argentina Emilia Gutiérrez. La dijo en la única entrevista que concedió, publicada en «Primera Plana» en 1965.
Nacida en el barrio de Flores en 1928, Emilia fue criada por su abuela Esperanza junto a sus hermanas. Tras el parto, su madre padeció depresión y una eventual psicosis, que concluyó en reiteradas internaciones.
Esa atmósfera de desamparo y silencio se filtró en su obra como un eco. Estudió en la Escuela Fernando Fader y luego en el taller de Demetrio Urruchúa, quien la protegía: “Déjenla sola, ella sabe”.
Entre 1965 y 1975 realizó siete exposiciones individuales. Una de ellas fue en la Galerí