La sana costumbre incorporada a la vida argentina de votar cada dos años, más allá de las valoraciones sobre la conveniencia de los plazos y de los tiempos, adquiere una gran importancia cuando se observan las consecuencias de los resultados de los escrutinios en los distintos aspectos de la vida nacional: económicos, sociales y sobre todo políticos. Los pasados comicios del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires son una prueba concluyente de lo dicho. Y la ansiedad que provoca en el cuerpo social la realización de las elecciones legislativas nacionales del próximo 26 de octubre confirman el aserto.

Desde 1983 las instituciones se rigen por los principios que desde los orígenes de la organización nacional se han establecido, y este año alcanzaremos los 42 años consecutivos de vi

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