De Roma a París, los homenajes se multiplicaron ayer tras la muerte de Claudia Cardinale, considerada una de las grandes damas del cine, fallecida a los 87 años en Nemours, a las afueras de la capital francesa, donde vivía de forma “sencilla y humilde”, según su hija.
La actriz, nacida en Túnez en 1938, fue un ícono del séptimo arte con más de 150 películas junto a directores como Luchino Visconti, Federico Fellini, Richard Brooks y Sergio Leone. Cinecittà, los míticos estudios romanos, la calificó como “quizás la estrella más bella de la época más rica de nuestro cine”. La Bienal de Venecia destacó su carácter “único e inolvidable”, mientras que el Festival de Cannes la recordó como una “italiana aventurera, libre y apasionada” que conquistó al público con alegría y audacia.
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