En tiempos de hiperconectividad, pocas cosas resultan más comunes que enchufar el celular a la computadora para darle “un empujón” de energía. Sin embargo, lo que parece un gesto inocente y cotidiano puede convertirse en un hábito dañino para la salud del dispositivo y para la seguridad de los datos personales.

La diferencia entre un cargador de pared y un puerto USB de computadora es clave. Mientras los cargadores estándar ofrecen entre 1,5 y 2 amperios, un puerto USB 2.0 entrega solo 500 miliamperios y uno 3.0, hasta 900 mA. Esa baja potencia significa una carga mucho más lenta y, por ende, ciclos más prolongados que desgastan la batería antes de tiempo.

Además, la inestabilidad eléctrica de las PC provoca fluctuaciones de voltaje que afectan la química interna de la batería. Si a esto

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