México ha decidido dar un paso arriesgado: imponer aranceles de hasta 50% a productos provenientes de países con los que no tiene tratados de libre comercio, una medida que golpea de manera particular a China, su segundo socio comercial.
El argumento oficial es claro: contener un déficit que se disparó 83% entre 2020 y 2024 y obtener recursos adicionales por unos 40 mil millones de pesos. Sin embargo, el trasfondo es más complejo. Lo que está en juego no es sólo la balanza comercial, sino la manera en que México acomoda sus intereses en la pugna geopolítica entre EU y China.
El Gobierno ha insistido en que no habrá represalias y que mantiene un canal de diálogo con Pekín, Seúl e India. No obstante, desde China la respuesta ha sido poco amigable, pues aseguran que gravar sus productos es