Cuando la maestra Amy Marín-Franco vio que una camioneta se estrellaba en una zanja afuera de su escuela, lo primero que pensó fue ir a buscar ayuda.

Cuando un joven salió de la camioneta con un arma, ella giró abruptamente: todavía quería buscar ayuda, pero ahora era para proteger a los niños y al personal dentro de su escuela.

“No fui una cobarde”, le dijo a CNN.

Pero por lo que dijo la policía, se convirtió en algo peor: alguien que no había seguido el protocolo y que, sin querer, ayudó a un adolescente asesino a ingresar a una escuela primaria donde mató a 19 niños y a dos maestros en lo que resultó ser el tiroteo escolar más mortífero en una década.

Excepto que no era cierto.

Y aunque los funcionarios se retractaron de su denuncia unos días después, Marín-Franco dice que las duda

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