En la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal defendió con firmeza su propuesta de prohibir la venta de bebidas energéticas a menores de edad. El legislador advirtió que su consumo, sobre todo al mezclarse con alcohol, representa un riesgo serio para la salud de adolescentes y jóvenes. Incluso llamó a resistir las presiones de los cabilderos que buscan frenar cualquier intento de regulación. Hasta ahí, la iniciativa luce incuestionable: proteger a la juventud de productos dañinos.
El problema es la incongruencia. Mientras se impulsa la prohibición de bebidas energizantes para menores, en cualquier tienda se encuentra Electrolit, que se vende como si fuera un refresco más, pero gracias a su registro como “medicamento” esquiva todas las reglas que sí enfrentan las demás